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1 203 m
348 m
0
4,2
8,4
16,7 km
Obejrzane 76 razy, pobrane 4 razy
w pobliżu Artedara, Canarias (España)
Comenzamos bien temprano nuestra segunda etapa del Camino de Santiago en Gran Canaria, porque había calima y temíamos el calor del mediodía.
A eso de las ocho tomamos una pequeñísima vereda, desde el núcleo de Arteara, que asciende hasta la pista GC-602. Atravesamos la pista y el canal de Fataga y seguimos subiendo, ahora por un sendero más ancho. Es un ascenso bastante duro, por la pendiente y por la cantidad de piedras sueltas que hay en el terreno. El entorno es un pedregal, que alterna con formaciones rocosas, pero a medida que se asciende, se domina el barranco de Fataga y se empiezan a divisar (difuminadas por la calima) otras cimas de los alrededores.
Tras pasar algún tramo de descanso en la subida, a los cuatro kilómetros alcanzamos una pista forestal y ya podemos avanzar mucho más cómodamente durante unos ocho kilómetros, hasta llegar a la degollada de La Manzanilla.
En su primer tramo, la pista estaba cubierta por un manto de flores que le daba un aspecto muy bucólico. A pesar de la calima, el paisaje es espectacular, con vistas al parque natural de Pilancones y con el barranco de los Vicentillos como protagonista.
Al llegar a la degollada de La Manzanilla se abandona la pista por la derecha, para iniciar el descenso a Tunte. En este sendero vuelven a abundar las piedras sueltas, de forma que la bajada se vuelve bastante incómoda. Sin embargo, todo queda ampliamente compensado con las impresionantes formaciones rocosas de la ladera que bordea el camino.
El sendero se va ampliando a medida que nos acercamos a Tunte, para transformarse en vía de acceso asfaltada y ya introducirnos en el pueblo para llegar directamente a la iglesia.
A eso de las ocho tomamos una pequeñísima vereda, desde el núcleo de Arteara, que asciende hasta la pista GC-602. Atravesamos la pista y el canal de Fataga y seguimos subiendo, ahora por un sendero más ancho. Es un ascenso bastante duro, por la pendiente y por la cantidad de piedras sueltas que hay en el terreno. El entorno es un pedregal, que alterna con formaciones rocosas, pero a medida que se asciende, se domina el barranco de Fataga y se empiezan a divisar (difuminadas por la calima) otras cimas de los alrededores.
Tras pasar algún tramo de descanso en la subida, a los cuatro kilómetros alcanzamos una pista forestal y ya podemos avanzar mucho más cómodamente durante unos ocho kilómetros, hasta llegar a la degollada de La Manzanilla.
En su primer tramo, la pista estaba cubierta por un manto de flores que le daba un aspecto muy bucólico. A pesar de la calima, el paisaje es espectacular, con vistas al parque natural de Pilancones y con el barranco de los Vicentillos como protagonista.
Al llegar a la degollada de La Manzanilla se abandona la pista por la derecha, para iniciar el descenso a Tunte. En este sendero vuelven a abundar las piedras sueltas, de forma que la bajada se vuelve bastante incómoda. Sin embargo, todo queda ampliamente compensado con las impresionantes formaciones rocosas de la ladera que bordea el camino.
El sendero se va ampliando a medida que nos acercamos a Tunte, para transformarse en vía de acceso asfaltada y ya introducirnos en el pueblo para llegar directamente a la iglesia.
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